jueves, 21 de noviembre de 2013
La alimentación de los guaraníes
Variedad de alimentos
La alimentación de los guaraníes: de qué forma supieron aprovechar los recursos y superar las dificultades que ofrece la selva
Pescar y cazar
Como la selva, debido a su vegetación, es de difícil
acceso para ir de un lado a otro, la ruta más fácil para viajar era a través de
los ríos. Por ello, los guaraníes idearon una forma especial de fabricar canoas
en las que entraban 25 personas. Una vez dentro de ellas salían a pescar por
los ríos aprovechando su amplia variedad de peces: sábalos, bagres, tarariras,
anguilas y pirañas servían para preparar una gran variedad de platos.
Era cazando como conseguían la mayor parte de la
carne. Bajo sus flechas o trampas caían pecaríes, tapires, carpinchos, y
algunos otros roedores. Podían llegar a comer boas y colas de yacaré.
Preparar la tierra y cultivar
Los guaraníes cultivaban la tierra de una manera muy
especial, que encontraban como la más conveniente teniendo en cuenta las
características de la selva y sus tierras. El sistema que utilizaron les
permitía aumentar la fertilidad del suelo y evitar que las lluvias arrasaran
con la capa fértil del piso.
Entonces, a pesar de las dificultades los guaraníes
cosechaban una buena cantidad de plantas. Entre las principales estaba el maiz,
del que tenían muchas variedades, entre ellas la que sirve para hacer pochocho
al que llamaban pororó.
También cultivaban mandioca batatas, zapallos, maníes,
porotos, ajíes, ananás, tabaco, algodón y algunas hierbas medicinales.
Adaptación
“Guaraníes” de María de Hoyos.
Colección Gente Americana Editorial A-Z Editora.
Adaptación
La vida de los chicos y chicas en la aldea
¿A qué jugaban los niños guaraníes?
Los chicos tenían muchos juegos y se preparaban ellos mismos buena parte de sus juguetes.
Por ejemplo, muñequitos en forma de personas o animales, que modelaban con arcilla, con cera de
los panales de avispas, con hojas de palmera trenzadas y también tallados en madera, para lo cual
eran muy habilidosos. Además bailaban, corrían carreras, jugaban a las escondidas y a la guerra,
luchaban, tiraban al blanco con aros de juguete y jugaban partidos con una pelota hecha de hojas de
maíz que se tiraba y atajaba con la mano. También dibujaban; como no tenían lápices ni papel, lo
hacían en la arena de las playas junto a los ríos: como se ve, cuando uno tiene ganas de algo,
siempre se las ingenia para hacerlo.
[...]
No había escuelas, así que todo lo enseñaban los parientes, que eran lo que más abundaban.
A las nenas, las madres las iban entrenando desde chiquitas para hacer todas las cosas que
necesitaban saber cuando se casaran. Poco a poco, según la edad, iban aprendiendo a hilar el
algodón, a coser la ropa, a cocinar y hacer cerámica.
Los varones al principio la llevaban más de arriba y pasaban buen tiempo jugando; ya les
tocaría, cuando fueran grandes, por ejemplo, jugarse la cabeza en la guerra defendiendo a la familia.
Pero en estos juegos también iban aprendiendo cosas que harían al crecer; armaban combates entre
ellos y de esa manera se iban entrenando para cuando tuvieran edad de ir a la guerra, a los catorce o
quince años (y en esto la pelea como juego era mucho más útil que entre los chicos de las ciudades
modernas, que a veces se muelen a patadas nada más que para imitar lo que se ve en televisión). A
medida que se hacían mayores, los padres les enseñaban a hacer arcos y flechas, a pescar y poner
trampas de caza.
A todo esto, chicas y chicos iban aprendiendo los bailes religiosos, muy importantes para los
guaraníes, porque para ellos eran una forma de rezar. Estas danzas tenían que hacerse con mucha
atención y conocimiento; no era cosa de zangolotearse a lo loco.
Fragmento extraído del libro “Los Guaraníes”
De Miguel Ángel Palermo.
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